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2018, el año en que hablamos de ECOSIG

Los esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (ECOSIG) también son conocidos como terapias correctivas o de deshomosexualización.

2018 se está convirtiendo en el año en el que hacemos conciencia sobre las prácticas de tortura emocional, psicológica y física que menos visibilidad han tenido: los llamados Esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (ECOSIG). A estas prácticas también se les conoce como de reorientación sexual, terapias correctivas o de deshomosexualización y frecuentemente son promocionadas con testimoniales de supuestos exgays.

Los ECOSIG son sumamente dañinos para el avance del reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTTTI y generan confusión en las familias que viven por primera vez el reconocimiento de la diversidad sexual de uno de sus miembros. Las ECOSIG atentan contra la autonomía y dignidad de las personas, por ello representan un serio obstáculo para la construcción de una sociedad de derechos y libertades.

Que quede claro: los ECOSIG son un fraude, carecen de justificación médica y van en contra del consenso internacional que reconoce que la homosexualidad es una variación de la sexualidad humana, no una enfermedad, ni una patología. Cualquier intento cuyo objetivo sea el de modificar la orientación sexual debe desalentarse o prohibirse, pues hay evidencia que demuestra que este tipo de prácticas tienen efectos adversos.

Aunque los terapeutas que realizan los ECOSIG aseguren que pueden “convertir a la heterosexualidad” a cualquier persona, no hay evidencia científica sobre los tratamientos que realizan ni sobre su efectividad, por el contrario, se han documentado casos de ansiedad, depresión, insomnio, sentimientos de culpa y vergüenza, y lo más grave: intentos de suicidio.

Prohibir y sancionar a quienes ofrecen estas terapias, representa un avance en la homologación entre la evidencia y los mecanismos de protección que todos los Estados del mundo pueden proveer a un grupo altamente vulnerable. Si bien los organismos internacionales de salud y derechos humanos ven un problema grave en los ECOSIG, en términos reales los países han hecho poco para evitar que continúen. En México, la Comisión Ejecutiva de Atención Víctimas señaló en mayo de 2017 a las supuestas terapias de conversión como violatorias de los derechos de la comunidad LGBTI, llamándolas un riesgo para su salud.

El 4 de octubre, las senadoras Citlalli Hernández (Morena), Patricia Mercado (MC) y yo, presentamos una iniciativa que tiene por objeto sancionar a las personas (desde los familiares hasta los profesionales de la salud) que pretendan corregir, restringir, modificar o anular la orientación sexual o expresiones de género de una persona. El trabajo detrás de esta iniciativa se hizo de la mano de la organización YAAJ, activistas y expertos, que en colaboración con otros organismos encargados de luchar y prevenir todo tipo de discriminación, han procurado que en México este tema tenga visibilidad en la agenda legislativa. Además este año, no solo desde el Senado de la República, sino en otras esferas y otros países, resaltan esfuerzos para crear conciencia y fortalecer el conocimiento sobre la necesidad de protección que las personas LGBTI tienen frente a los ECOSIG. Dos películas estadounidenses (que estarán en cines mexicanos a fines de año) retratan el drama que se vive en las “terapias” de conversión: The Miseducation of Cameron Posty Boy Erased. La integración de estos temas a la cultura popular, nos ayudará a desmentir la efectividad de dichos tratamientos, a condenar a quienes los promuevan y a visibilizar los efectos perjudiciales que tienen. Hablar de los ECOSIG nos permite visibilizar sus impactos negativos y nos ayuda terminar con la permanencia de una cultura de discriminación y prejuicio en contra de las personas LGBTI.

Podemos hacer que 2018 sea un año histórico en donde México se una a los pocos países del mundo, como Brasil, Malta y Ecuador, que prohíben y sancionan estas supuestas terapias, retrógradas y dañinas. Desde mi posición en el Senado, lucharé sin descanso hasta que estas sean prohibidas en nuestro país. Estoy convencida que un país digno y justo es posible solo con todos los derechos para todas las personas.

No hay más excusas y el trabajo ya está en marcha. Ni la orientación sexual, ni la identidad de género de las personas son una patología y es momento de que se sancione a quienes continúen reforzando estas ideas basándose en prejuicios religiosos y morales. Como dijo Kate Brown, actual gobernadora de Oregon al prohibir estas terapias en su estado: “Hay muchas cosas que las personas jóvenes necesitan, pero ser destruidas basándonos en su orientación o identidad sexual no es una de ellas, y de hecho, es inexcusable”.

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