El Plan Científico para hacer frente a las emergencias del clima, la biodiversidad y la contaminación, elaborado por la ONU, indica que la disminución de la biodiversidad representa un grave riesgo ambiental y una pérdida irrecuperable. México al ser uno de los países más megadiversos por su gran cantidad de especies de flora y fauna, tiene una gran responsabilidad.
Este año, el Día Mundial de la Vida Silvestre está dedicado a destacar los vínculos entre el estado de los bosques y las comunidades que los habitan y aprovechan. México cuenta con 64 millones de hectáreas de bosques, que abarcan el 32% del territorio nacional, del cual el 80% se encuentra bajo régimen de aproximadamente 8 mil 500 núcleos agrarios o ejidales.
El manejo y la conservación de nuestros bosques tienen una estrecha relación con la diversidad cultural mexicana; nuestro país es de los primeros en contar con una reforma agraria, en la que comunidades ejidales, indígenas y pequeños propietarios han sido reconocidos de manera legal en la dotación de terrenos, a diferencia de la mayoría de los países en donde los bosques son propiedad pública o de empresas privadas.
La COP13 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, realizada en Cancún, Quintana Roo en 2016 y que tuvo como tema “La integración de la biodiversidad para el bienestar” orientó a incluir a la biodiversidad en los sectores agrícola, forestal, pesquero y turístico, es decir, incorporar a la biodiversidad y su uso sustentable en planes, programas y políticas sectoriales para reducir los impactos que estos sectores generan, así como para fomentar la conservación de los recursos naturales. Con esto se reconoció a la biodiversidad como parte integral del funcionamiento de los sectores productivos para atender y frenar la degradación ambiental de las últimas décadas.
Se estima que dos terceras partes de los bosques tienen algún tipo de fragmentación, lo que reduce la cantidad de vida silvestre y genera graves consecuencias en los ciclos del agua. Las áreas forestales tienen también un papel muy importante en la mitigación de los efectos del cambio climático, recuperan carbono de la atmósfera y ayudan a hacer frente a las temporadas de sequía y a evitar inundaciones en temporadas lluviosas. Además, la conservación de los ecosistemas es esencial porque son una barrera natural contra las enfermedades zoonóticas como el SARS-CoV-2. Si no evitamos la pérdida de biodiversidad, las pandemias serán cada vez más frecuentes y más peligrosas para los seres humanos.
Los bosques son el ecosistema que más padece de delitos ambientales, además del tráfico de especies y la tala inmoderada. Para su buen funcionamiento, estos ecosistemas necesitan procesos que van más allá de la frontera forestal, por ejemplo, la polinización y la dispersión de semillas; éstas requieren que abejas, aves, murciélagos y otros animales pequeños puedan moverse con libertad dentro del bosque, la salud de la zona depende de su fauna. Por lo que el cuidado y aprovechamiento de este ecosistema debe ser integral y con medidas que limiten la frontera agrícola y aporten al cumplimiento de compromisos internacionales adquiridos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y las Metas de Aichi.
Hoy que conmemoramos el Día Mundial de la Vida Silvestre resulta indispensable continuar con los esfuerzos de conservación integrando a las comunidades que habitan los bosques y las Áreas Naturales Protegidas y privilegiando la importancia de los servicios ambientales que nos proveen, para que sean un factor que ayude a eliminar las desigualdades y no dejar a nadie atrás.
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