La emergencia sanitaria por Covid-19 nos ha dejado grandes lecciones sobre los estragos que puede tener un país con poca preparación para enfrentar pandemias; el aumento de la pobreza, las pérdidas económicas, la relación tan estrecha y dependiente de nuestra salud con la del planeta, pero sobre todo, lo valioso que es contar con información precisa para tomar decisiones eficientes cuando actuamos ante emergencias.
Esta información se genera a partir de más y mejores datos, los cuales deben ser reutilizados, mientras más combinaciones de uso tienen, más valiosos y confiables son. Gobiernos, sociedad civil e iniciativa privada fortalecen a los datos cuando hacen uso de ellos para tomar decisiones, crear o mejorar políticas públicas, así como para emitir recomendaciones. El reto se centra en generar datos de mejor calidad que sean utilizados y compartidos de manera segura.
El Informe sobre el Desarrollo Mundial 2021 realizado por el Banco Mundial señala que aunque gobierno, sociedad civil e iniciativa privada están creando datos todo el tiempo, éstos no son aprovechados en su totalidad para generar desarrollo y ayudar a quienes tienen menos oportunidades de salir de su situación de pobreza. El documento propone un contrato social entre el valor que toman los datos al utilizarse, la equidad para incluir a los países más pobres y la confianza mediante la protección de los datos personales contra ciberdelitos y discriminación. Todo esto, para poder utilizar de manera exponencial los datos. Aunque su análisis abarca diversas áreas, los datos como una fuerza del bien público, es decir, el paquete de datos resultado de evaluar, informar y monitorear las políticas y programas públicos, permiten a la ciudadanía participar de manera activa sobre los asuntos públicos generando gobernanza.
Los datos de intención pública propician el desarrollo porque fomentan la participación de los ciudadanos en temas relacionados con el gobierno, son una buena forma de conocer la calidad de la prestación de servicios y ayudan a hacer más eficiente el gasto público, mediante censos, encuestas, medidas sobre niveles de satisfacción y poner al alcance de la ciudadanía los medios que permitan expresar sus opiniones.
La pandemia nos dejó muchas enseñanzas pero también datos, que bien utilizados serán de gran ayuda para evitar que una futura emergencia o crisis global golpee a las personas menos favorecidas. Estos datos además, deben ser utilizados múltiples veces en diferentes escenarios, para conocer todas sus variantes. Solo quienes sepan aprovechar el potencial que los datos significan estarán más cerca de lograr que nadie se quede atrás.
Imagen: Banco Mundial
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