El cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrentamos como humanidad. Sus efectos tienen la capacidad de afectar por completo la forma de vida como la conocemos en la Tierra, y por supuesto, impactan de manera desproporcionada a los sectores más desfavorecidos.
Organismos internacionales como la ONU han reconocido que hoy, las políticas y acciones implementadas por diversos gobiernos alrededor del mundo no han sido suficientes y que nos encontramos ante una emergencia climática que requiere de una transformación radical en la forma en la que nos relacionamos con el planeta. La ONU ha dicho que únicamente nos quedan 12 años para limitar y revertir el rumbo para no llegar a una catástrofe ambiental.
Los impactos de la emergencia climática ya son visibles alrededor del mundo: -Este julio fue el mes más caliente desde que comenzó el seguimiento a las temperaturas globales.
-Además, en ese mismo mes, la extensión de los hielos del Ártico y de la Antártica ha sido la más pequeña desde que comenzaron los registros satelitales.
-El pasado 2 de agosto, Groenlandia perdió 12.5 miles de millones de toneladas de hielo, el deshielo de un glaciar en un solo día jamás registrada.
-Lo que conocemos como el “mundo natural” se ha deteriorado a niveles sin precedentes en la historia de la humanidad: un millón de las ocho millones de especies identificadas, se encuentran en peligro de extinción.
En México, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático ha señalado que actualmente ya se observan - y se seguirán experimentando en las próximas décadas los siguientes impactos consecuencia del cambio climático:
- Inundaciones recurrentes
-Incremento en el número e intensidad de huracanes
-Sequías más prolongadas
-Disminución en la disponibilidad de agua para consumo humano, agrícola e hidroeléctrico
-Mayor propensión a incendios forestales
-Alteración de los vectores de enfermedades infecciosas
Debido a su posición geográfica, México se ve expuesto de manera acentuada a los impactos del cambio climático. Los escenarios estimados para el periodo entre el 2015 y el 2039, proyectan temperaturas anuales mayores hasta en 2°C en el norte del país, mientras que, en la mayoría del territorio podrían oscilar entre 1 y 1.5°C. En el caso de la precipitación, se proyecta una disminución de entre el 10 y 20 por ciento.
Frente a esos escenarios, tenemos una responsabilidad ineludible y urgente con las generaciones futuras. De lo que hagamos y decidamos hoy, dependerá que ellas tengan una posibilidad de vida. Movimientos como el Sunrise Movement, Greta Thunberg y cientos de movimientos de comunidades indígenas, afromexicanas, defensoras y activistas de la Tierra en México y en el mundo nos están exigiendo que en el centro de nuestras agendas pongamos el reconocer la emergencia climática a la que nos enfrentamos y que actuamos en consecuencia.
Más de 749 municipios en 16 países diferentes que representan a más de 138 millones de personas han declarado emergencias climáticas. Países como Irlanda, Reino Unido, y Argentina ya han declarado una emergencia climática. Buena parte de mi vida profesional ha estado marcada por la convicción de que los seres humanos tenemos una capacidad excepcional de adaptación y de encontrar soluciones a nuestros problemas a través de la tecnología. Sin embargo, ante este contexto, nuestra confianza en que la tecnología nos salvará de la catástrofe cae en la soberbia y francamente, en la estupidez. La tecnología, por supuesto, es una herramienta valiosísima para construir una economía más sustentable y para implementar planes de mitigación. Pero esta vez no nos salvará.
Hoy se nos exige humildad y voluntad política para -en palabras de Greta Thunberg - detener en seco nuestra guerra contra la naturaleza. Actuar con la contundencia necesaria para salvar nuestro planeta es una decisión y una responsabilidad política y ética que tenemos que asumir HOY para tener un futuro sustentable.
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