Las crisis pueden convertirse en oportunidades. La pandemia logró romper los esquemas del “presencialismo laboral”. El teletrabajo masivo al que obligó el confinamiento ha demostrado que la productividad no disminuye trabajando desde casa, y que incluso, puede ser más elevada. El trabajo ya no está ligado a un espacio físico concreto, sino a la conectividad. Expertos afirman que se logró adelantar hasta en 7 años la migración de actividades hacia entornos digitales.
2021 fue un año en el que se consolidaron muchas respuestas que surgieron con la pandemia. Gracias al trabajo colaborativo, el 57% de la población mundial, tiene al menos una dosis de la vacuna covid19, el distanciamiento social y el uso de cubrebocas provocaron que algunos tipos de influenza se encuentren casi extintos, se aceleró también el desarrollo de vacunas contra enfermedades como la malaria que ya fue aprobada, y avances significativos en el combate del Alzheimer, VIH y el cáncer de mama.
El combate a la pandemia ha dejado claro que las crisis, se superan juntos, o no las superamos. Esta colaboración necesaria se extiende a todos los niveles. Los problemas globales, requieren de soluciones globales. Pero los problemas locales también requieren de soluciones globales.
2022 es la oportunidad para que nuestro país retome su agenda digital, que no se siga quedando atrás. Hoy como nunca México requiere de una Estrategía Digital Nacional y una Estrategía Nacional de Ciberseguridad que ayuden a articular las respuestas que los mexicanos necesitan, para impulsar sus ideas, sus empresas, pero sobre todo su seguridad e integridad en un mundo altamente conectado.
México tiene mucho por hacer en cuanto a adopción y exploración de las tecnologías para alcanzar una verdadera transformación digital. Recientemente, el Instituto para el Desarrollo Gerencial (IMD) dio a conocer su ranking mundial de competitividad digital 2021, en el que se mide la capacidad y disposición de 64 países para adoptar y explorar tecnologías digitales como un motor para la transformación económica de sus empresas, gobierno y sociedad.
Debemos seguir los pasos de las principales economías mundiales, las cuales han centrado sus esfuerzos en la construcción de talento, fortalecer la infraestructura de conocimiento para desarrollar y emplear tecnología digital, en proveer un marco regulatorio efectivo que permita el desarrollo e introducción de tecnologías, la protección de sus datos y su privacidad; y en combinar la adaptabilidad individual con la agilidad empresarial.
Tener una competitividad digital sana es importante, incentivar la innovación puede derivar en la creación de más empleos, una mejor educación y mejor acceso a servicios, la transformación digital puede detonar nuevas habilidades que pueden convertirse en opciones productivas y generar bienestar para los ciudadanos.
Apostar por la innovación es ahora o nunca. Bajo esta idea el Senado de Estados Unidos durante 2021, logró aprobar la Ley de Innovación y Competencia de Estados Unidos, un proyecto de ley que pasará a la historia como una de los acuerdos más importantes que ha hecho su legislativo en mucho tiempo: “Una declaración de fe en la capacidad de Estados Unidos para aprovechar las oportunidades del siglo XXI”.
El mundo tiene tal grado de interconexión que cualquier cosa que ocurra en algún nodo de la malla global se traslada rápidamente al resto. Y, cuando eso sucede, no sirven de nada las soluciones individuales o parciales. México debe recuperar terreno en competencias digitales, es importante homologar las políticas públicas que surjan en temas de digitalización para el sector financiero, el educativo, el de privacidad de datos y el de innovación; esto para que sean adecuadas no solo para fomentar una educación digital, sino para también crear entornos productivos y la infraestructura para el México del futuro.
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