El valor del agua es tan grande que es vital para producir y cultivar alimentos, generar energía, conservar la salud humana y reducir las desigualdades sociales. El agua y el saneamiento son fundamentales para la vida y desarrollo de la humanidad y desde 2010 son reconocidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas como un derecho humano, por ser esenciales para la realización de todos los derechos.
El agua ha reclamado su lugar en el diálogo internacional y se ha ubicado en el centro de las decisiones; uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas, y aunque el agua tiene una importancia transversal en diversos objetivos de la Agenda, es imprescindible en la mitigación del cambio climático, la disponibilidad y calidad de los alimentos y en la conservación de la biodiversidad por lo que tiene una gran relación con los objetivos 2, 13 y 15 sobre acción por clima, hambre cero y al uso sostenible de los ecosistemas terrestres.
La mayoría de los desastres naturales tienen relación con el agua, el cambio climático afecta sus ciclos y su disponibilidad, provoca que los fenómenos meteorológicos sean menos predecibles y cada vez más violentos, así como las sequías e inundaciones que son en cada ocasión más duraderas e intensas. Sin embargo, la relación del agua con el cambio climático está en la mitigación, en cómo la gestión del agua es clave para reducir y prevenir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante el tratamiento de aguas residuales y soluciones basadas en la naturaleza como la conservación de manglares.
La seguridad alimentaria depende del agua y aunque actualmente existe suficiente para cultivos, su disponibilidad será cada vez más escasa y de menor calidad sobre todo para poblaciones vulnerables. Producir alimentos requiere de dos tercios del agua dulce disponible y a la vez es una de las principales fuentes de contaminantes, de acuerdo con la FAO la agricultura moderna vierte grandes cantidades de agroquímicos, materia orgánica y sedimentos a los cuerpos de agua. Adoptar hábitos de consumo sostenibles y evitar el desperdicio de alimentos impactará de manera favorable a la calidad del agua y a la disponibilidad de alimentos seguros para mitigar el hambre.
Adicionalmente, la salud de los ecosistemas depende de la salud del agua. El 80% de las aguas residuales regresan a la naturaleza sin haber recibido algún tipo de tratamiento, contaminando a su paso fuentes acuíferas, flora y fauna, degradando los ecosistemas lo que se traduce en una disminución de los servicios ecosistémicos que nos proporcionan, entre ellos el agua limpia y segura. Necesario el fomento a la reutilización y filtración del agua antes de regresar a ríos y mares.
La Semana Mundial del Agua 2021 que actualmente se lleva a cabo, tiene como lema “Construyendo resiliencia más rápido”, es un llamado a aportar soluciones a los desafíos que tenemos ante emergencias de clima y salud. La gestión sostenible del agua es clave para atender la crisis climática que ya se encuentra aquí con efectos notorios, mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y evitar la pérdida de especies y ecosistemas.
El agua no es un privilegio, es un derecho para nuestra generación y las futuras, pero sobre todo es un factor fundamental para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible y no dejar a nadie atrás.
Commentaires