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Pasaporte Sanitario, ¿Estamos preparados?

Hace más de un año que el mundo entero ha aprendido a desarrollar sus actividades en medio de una emergencia sanitaria. Hoy, los gobiernos nacionales y la economía refrendan que es necesario implementar medidas que favorezcan el flujo de viajeros, bienes y servicios. Una propuesta que empieza a surgir en varios países y organizaciones alrededor del mundo es el pasaporte sanitario o pasaporte verde. Actualmente ya existen iniciativas de la OMS, Israel, Unión Europea, China, la Ciudad de Nueva York y Centros para el Control de Enfermedades de África. Este pasaporte tiene como objetivo brindar información acerca de la vacunación y pruebas negativas de COVID-19 del portador, lo que permitiría que una persona viaje sin riesgo de transmitir o de contagiarse del virus, de igual forma, le otorga el derecho para entrar a diferentes establecimientos y a eventos con mayor aforo.


El uso de pasaportes o registros sanitarios tiene cientos de años, y han acompañado a viajeros cuando enfermedades como la plaga, cólera y tifoidea seguían altamente latentes. El pasaporte sanitario es sin duda una medida que puede ayudar a reactivar el turismo y el comercio, y que ya se puede empezar a implementar gracias a las millones de vacunas que se han dosificado alrededor del mundo. De acuerdo con científicos de la Universidad de Oxford, se tendrían que cumplir varios requisitos para que esta idea sea viable ya que se deben tener consideraciones científicas, legales y éticas.


El pasaporte tendría que ser científicamente viable, es decir, establecer un estándar de protección que aportan las vacunas y confiabilidad de las pruebas por infección del virus. Por otra parte, el pasaporte debe de ser portable, asequible, y seguro, con respecto a que esté ligado a la identidad del portador. Por último, se debe de tener en cuenta la ética del pasaporte, para evitar la discriminación de quienes no cuentan con acceso a las vacunas o que decidan no ponérsela.


En la misma línea, el pasaporte sanitario también presenta grandes retos. Aún no conocemos con exactitud la duración de la protección de las vacunas que hasta ahora se han producido, es probable que el pasaporte tenga que ser emitido cada seis meses. Tampoco hay un estándar internacional de las pruebas para detectar el virus. Por otra parte, la creación del pasaporte expone a los portadores a robos de identidad y podría impulsar un mercado negro.


En países como Reino Unido, se ha rechazado la propuesta del pasaporte sanitario debido a que es una medida que discrimina a quienes no cuentan con un smartphone, con acceso a internet o incluso para minorías étnicas que deciden no ponerse la vacuna, comunidades rurales alejadas que no cuentan con acceso y grupos vulnerables en quienes no se ha probado el efecto de las vacunas.


Sabemos que la pandemia aún no termina, y que hay países como India que están viviendo su peor momento. Es necesario que tengamos en cuenta que los países que puedan implementar el pasaporte lo harán, ante esto, ¿cuál será nuestra respuesta?, ¿dejaremos ingresar al país de forma prioritaria a quienes cuenten con pasaporte sanitario?, ¿implementaremos nuestra versión del pasaporte, así como se están haciendo esfuerzos con la vacuna Patria?.


La velocidad con la que reactivemos la economía de nuestro país, puede depender de la emisión de este pasaporte sanitario. Como legisladores tenemos la obligación de tener este tema en la mira y de ir trazando un camino para abordarlo.








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