Las redes sociales son parte integral de la comunicación de los gobiernos con sus ciudadanos, además, como plataformas abiertas, cualquier persona que tenga acceso a internet y conocimiento para utilizarlas, puede participar. Esta apertura y diversificación del mensaje político, también ha llevado a debates sobre su uso, sobre todo entorno a la difusión de mensajes de odio y propagación de lo que se ha conocido como fake news.
A mediados de 2019, Twitter anunció su política de agregar advertencias a publicaciones de figuras públicas que incumplan sus reglas, en lugar de eliminarlas. Y hace tan solo unos días, Twitter etiquetó como “falsas” dos de las publicaciones del Presidente Donald Trump. Lo anterior ocasionó que firmara una orden, que no necesita ser aprobada por el congreso, para limitar la inmunidad de la que gozan las compañías de redes sociales por los contenidos que los usuarios comparten en sus plataformas.
Días más tarde, la plataforma ocultó una publicación del Presidente Trump, ya que de acuerdo con sus políticas, el mensaje incitaba a la violencia. El mensaje fue restablecido bajo una etiqueta de advertencia al considerar podía ser de interés público. Por otro lado, Facebook ha definido que si una publicación incita a la violencia será eliminada sin importar el perfil del que se haya publicado. Sin embargo, Mark Zuckerberg, creador de Facebook, se negó a etiquetar la publicación de Donald Trump como falsa, o violenta al considerar que las personas son quienes deben decidir y juzgar la información compartida por el presidente.
Estos eventos nos dejan varias reflexiones, ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las plataformas de redes sociales sobre el contenido que se publica en ellas? ¿Quién debe decidir qué tipo de publicación deben ser eliminadas o marcadas como falsas? ¿Estarán todas las personas usuarias sujetas a las mismas reglas? Este tipo de interacciones no habían ocurrido con anterioridad; sin embargo, las respuestas de Facebook y Twitter ante las publicaciones de Donald Trump en sus redes sociales reflejan distintas y a veces opuestas visiones y respuestas a estas preguntas.
Si bien Facebook y Twitter son plataformas privadas, también son espacios de los que millones de personas obtienen información y a través de las cuales se organizan. Su uso incorrecto y malintencionado puede influenciar la opinión pública, y en el contexto de ésta pandemia, causar la pérdida de vidas, además de que la propagación de ciertos discursos puede incitar a la violencia. Lo cierto es que no existen políticas de moderación de redes sociales consistentes, y construirlas dependerá no solo de las plataformas, sino de un esfuerzo colectivo entre las comunidades, académicos y gobiernos de todo el mundo.
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