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El presente grita

Estas semanas todos vimos a Australia arder en llamas. 25 vidas humanas perdidas. Cerca de mil millones de animales muertos,se calcula que el 30% de la población de koalas se ha consumido en  el fuego. Más de 48 mil kilómetros arrasados por las llamas. Destrucción histórica.  

Hace unos meses fue el Amazonas en Brasil. Niveles de históricos de destrucción se están convirtiendo en la nueva normalidad para quienes habitamos este planeta. Son eventos que nos conmueven por unos días, y después se nos olvidan… hasta que aparece el siguiente desastre para recordarnos que la emergencia sigue aquí, y que la crisis ya no está en el horizonte, sino entre nosotros. Este es un reto que tendremos que asumir de manera colectiva, entre todas las personas y todos los países del mundo.

Hasta ahora, reunir la voluntad política para diseñar e implementar las políticas públicas necesarias para hacer frenar el calentamiento global había sido complicado, no solo por los enormes intereses económicos que se verían afectados, y porque, como lo ha señalado el académico Jonathan Boston, las democracias modernas tienen fuertes incentivos para enfocarse en aquellos temas de interés urgente para la opinión pública y que suelen derivar en beneficios electorales de corto plazo. En palabras de Al Gore: “el futuro susurra, mientras que el presente grita”.

Las consecuencias de haber tomado esa dirección han sido desastrosos y éticamente insostenibles: la crisis climática ya nos alcanzó. Por ello, no debe de sorprendernos que sean las niñas, los niños, las personas jóvenes marchando en las calles de todo el mundo, y las comunidades indígenas defendiendo el territorio de mega-proyectos quienes lo hayan entendido mejor. Sus acciones se han centrado en exigirnos a quienes estamos en posiciones públicas, dejemos las medias tintas y las soluciones de medio camino atrás, que asumamos la responsabilidad que nos toca, y con verdadera y profunda convicción y voluntad política hagamos lo necesario para transformar de manera urgente las formas en las que entendemos nuestro lugar en el mundo, para pasar de una política extractivista y de explotación, a una sustentable, humana, ética, y con justicia social.

Pospusimos enfrentar el calentamiento global, hasta encontrarnos en medio de la crisis. Hoy, ni los avances tecnológicos, ni las ideas “innovadoras” pueden salvarnos sino pasan por acuerdos políticos globales y radicales que limiten el calentamiento del planeta por debajo de los 1.5ºC.

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