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Todo está conectado

Actualizado: 19 abr 2020

Un artículo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente nos advierte  “el brote del COVID 19 es un recordatorio de las amenazas que enfrentan los ecosistemas y la vida silvestre”. Tal vez hoy, en medio de la crisis, sea más fácil ver lo que para científicos y pueblos indígenas ha sido evidente desde ha mucho tiempo: todo, absolutamente todo en nuestro planeta está conectado y es profundamente interdependiente. Reconocerlo debe ser solo el primer el paso, el segundo, transformar radicalmente nuestras formas de estar y de relacionarnos con el planeta. 


En un informe de febrero de este año de la Organización Mundial de la Salud, se advertía que el origen más probable del virus SARS-CoV-2 está en los murciélagos, transmitido a los humanos por una especie intermedia (un animal doméstico, un animal silvestre o un animal silvestre domesticado). Lo cierto es que aunque esta cadena sea eventualmente visible, existen otros factores que tendríamos que considerar si queremos evitar la aparición de más enfermedades.  


El cambio climático, la deforestación, el comercio ilegal de especies silvestres, la pérdida de la biodiversidad y la sobreexplotación de nuestros suelos impactan en la degradación ambiental y pueden acelerar los procesos evolutivos y provocar el surgimiento de nuevas enfermedades. Por ejemplo, de acuerdo con el Center for Climate, Health and Global Environment de la Universidad de Harvard, el cambio climático ha ocasionado que muchos animales se trasladen hacia los polos, teniendo contacto con otros animales con los que nunca antes habían tenido contacto, y abriendo la posibilidad de convertirse en nuevos “huéspedes” para patógenos a los que antes no habían sido expuestos. Además, de acuerdo con el mismo Centro, la pérdida de hábitat, ocasionada principalmente por la sobreexplotación del suelo para la agricultura, ha ocasionado que los animales se queden cada vez con menos fuentes de alimento, teniendo que buscarlas más cerca de los humanos,  favoreciendo también el esparcimiento de enfermedades. 


Para el Banco Interamericano de Desarrollo la conexión entre la vida silvestre, las enfermedades y los humanos no es nueva, pero las enfermedades se han cuadriplicado en los últimos 50 años debido a la fragmentación de los hábitats, el uso de la tierra, y una vez más, el cambio climático. Para este organismo, la destrucción y la disrupción que hemos causado en la naturaleza han incrementado también la frecuencia y cantidad de las pandemias. 


Si hemos puesto atención, entonces sabemos que esta es también una crisis medioambiental, de la que solo podremos salir si modificamos nuestras economías para para hacerlas sustentables, y proteger la biodiversidad. Y es que una de las lecciones más contundentes de esta crisis ha sido que no hay destinos individuales, separados, sino un solo destino común para la humanidad y el planeta: nuestras vidas y nuestra salud están profunda e inevitablemente conectadas. Quienes estamos en un cargo público tenemos la responsabilidad de reconocerlo y trabajar desde hoy, para modificar lógicas económicas basadas en la explotación y la extracción, para proteger la biodiversidad, e imaginar, colectivamente, un futuro sustentable para todos. 



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